martes, 16 de septiembre de 2014

Egoísmo

Amor excesivo e inmoderado que siente una persona por sí misma, que la hace atender de forma desmedida su propio interés

Hay días en los que el sol no colabora. Aunque debíamos estar sintetizando vitamina D a toda velocidad, no podíamos caminar más. El morral empezó a incomodar, los pasos se hicieron lentos, y parecía que a todas las subidas les hubieran regalado grados.

A las 3:00pm tuvimos que parar, dos pueblos antes del plan, en un albergue que parecía la remodelación de una caballeriza. Techos altos, inclinados y ventilados, con paredes a tres cuartos de altura y dos camas muy cómodas sobre un piso de terracota. Solté el morral y me desplomé en la cama, quería una siesta de media hora para enfriarme, antes de ir a la ducha, salir a comer y conocer los alrededores.

Mientras admiraba el machihembrado del techo, dos peregrinas llegaron al cuarto contiguo. Una de ellas se quejaba sin parar, al parecer por un comentario:

- Es que hay gente desagradecida, responderme de esa manera. Yo con mi mejor intención, porque una quiere que la gente esté bien, en mi país he ayudado a tantos. No he llegado a donde estoy por no tener buen criterio. No va a llegar bien a Santiago si no recibe ni agradece la ayuda. Tiene mucho que aprender.

Cuando por fin paró a respirar, oímos la voz de su compañera. Era un tono amable y pequeño, pero contundente:

- Mariana, caminar contigo hoy ha sido interesante, pero debo decirte, con todo el amor del mundo, que eres desagradable en extremo, la peor persona con la que he compartido hasta ahora esta aventura.

Abrí los ojos y me quedé atento, preparado para salir al cuarto de las vecinas a calmarlas cuando comenzaran a reñir. Luego el silencio, no pasó nada, no se oía nada. Imagino que Mariana debió quedar en neutro y no sabía que decir. Por morbo elemental, me hubiera gustado ver su cara. Otra vez la voz pequeña:

- No has parado de hablar, ni para preguntar cómo me llamo. En una hora hablaste mal de tu esposo, hijos y empleados. ¿Sabes qué? yo vine a disfrutar del sendero, y hoy por tu culpa no lo hice. Por cierto, tu hija tiene razón, déjala en paz. En otra época te seguiría la corriente, pero dejé de promover el egoísmo ajeno, por lo que imaginarás que mañana no camino contigo. Si quieres hablar, para en cualquier iglesia, hay a montón. Del regaño aprende algo: no ayudes a quién no te ha pedido ayuda, porque ofendes con tus imposiciones; ella es tu compañera de camino, no tu empleada. Te deseo de corazón lo mejor.

Quería tocarles la puerta, para conocer a la dueña de semejante comentario, y para darle un beso. María resultó ser una chica bastante joven, a quien invitamos en lo poco que quedaba hasta Santiago. Tanto comentamos sus palabras, que terminó en un documental que ese día se filmaba en el albergue. Ella se explicaba:

- De niña me dijeron que el egoísmo es malo y que debemos compartir, como si fueran acciones opuestas. Necesitamos egoísmo en dosis pequeñas, como una vacuna. Una persona libre de egoísmo está indefensa ante las otras, que le darán sin dudarlo sus penas y obligaciones. Y las aceptaremos de buena gana, para llenarnos de los problemas y frustraciones de una persona enferma. Se comparte poco o nada con un enfermo. Es difícil poner una frontera, pero si voy a servir a todo el mundo, me pondré yo también en la lista.

Tenía sentido, pero me parecía que estaba siendo promovido a ser una persona distante, insensible al pesar ajeno. Otro peregrino me aclaró que exageraba:

- Todos queremos ayudar a los desvalidos, pelear contra la pobreza, mejorar la educación en el mundo, luchar contra la injusticia. Si todo llega a tu cabeza perderás el juicio. Hay organizaciones, gobiernos y finalmente un Dios. ¿Eres tan soberbio para pensar que puedes más que ellos y que vas a hacer su trabajo? Colabora, pero no dejes que te entreguen la carga. Tienes que poder decir: esto no me corresponde, no es mi misión. En tu país puedes ser un empresario, pero aquí eres sólo un peregrino. Ofrece humildemente tu ayuda si te provoca, pero respeta a quien no quiera aceptarla.

Desde ese día, tengo mi propia teoría al respecto: “Egoísmo responsable”, en donde el egoísmo es una vacuna que nos previene de ser una mala persona, que al final es lo que ofrecemos al que nos rodea. Practícalo hoy, con el primero que te pida lo que no te corresponde. Humildemente, defiéndete.

Cuando María llegó a la Catedral, se acostó en el piso con las palmas al techo y empezó a llorar sin consuelo mientras el botafumeiro (1) danzaba. Nadie preguntó, sólo nos sentamos a su lado a esperar que parara. Tres semanas después (ya en Caracas) recibí un e-mail, donde nos contaba que aún estaba en al camino. Había decidido caminar al revés, iniciando en Santiago, para “encontrarse a los peregrinos de frente y verles la cara”. Paraba para trabajar de hospitalera cuando se cansaba, aunque desde donde escribía pensaba quedarse más, porque en las caras de los que iban había encontrado al que parecía ser su destino.


La lata de Garbanzos : egoísmo
___________________________________________________________
(1) Literalmente: 'esparcidor de humo' en gallego, es uno de los símbolos de la Catedral de Santiago de Compostela. Es un enorme incensario que oscila por la nave lateral de la Catedral mediante un sistema de poleas tiradas por ocho hombres llamados tiraboleiros. Pesa 53 kg y es de un metro y medio de altura. Se eleva a 20 metros y alcanza 70 kph. En 1499, por la velocidad y peso se desprendió y salió por la Puerta de Platerías, en presencia de Catalina de Aragón, que estaba de visita en Santiago. Similares situaciones ocurrieron en 1622 y 1937.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario