viernes, 29 de agosto de 2014

Luz

s. m.Energía que ilumina las cosas, haciéndolas visibles

Excentricidades, rarezas, hábitos inusuales o una inteligencia superior, son motivos por los que aún recuerdo a algún estudiante de mis años en la docencia. Y es que esas diferencias son las que dejan huella, no lo común, no el pasar desapercibido entre 30 o 50 estudiantes. Y es que yo creo que todos tenemos una lista de singularidades. Entre las mías están: una especie de Alzheimer retrógrado (me acuerdo de cosas que no pasaron) y una necesidad de sueño que se activa un par de viernes al año, y me hace dormir corrido hasta el domingo.

A media mañana llegamos a San Juan de Ortega. La guía del camino invitaba a visitar el monasterio románico, para no perderse un capitel triple en el arco triunfal, uno que resalta entre los comunes, entre las hojas. Dos veces al año, durante los equinoccios, justo a las 5:00pm y por sólo 10 minutos, un potente rayo de luz del ocaso atraviesa las tinieblas y entra por el alabastro de un ventanuco en la fachada, iluminando el capitel y revelando sus apretadas escenas, que inician con la anunciación de Gabriel a la Virgen María y termina en el nacimiento de Jesús.

Como llegué en mayo, me conformé con disfrutarlo al amparo de la luz común, pero la visita fue compensada por el enigma de un burgalés coincidente, extasiado por el día:

- Que agradecido estoy a la luz, que me revela la belleza. Todo lo que tiene luz es maravilloso, calor para el cuerpo y tranquilidad para el alma. Desde que enviudé, desde que su luz se apagó, me da miedo la noche. No la he encontrado de nuevo, no la reconozco en nadie, sólo veo brillo. ¡no me gusta el brillo!

“No me gusta el brillo”. Sentía haber escuchado eso antes, pero tal vez era de nuevo esa singularidad mía de mal implementar un “déjà vu”. Lamenté su pérdida y seguí mi camino sin demora, porque había todavía muchos kilómetros por delante. Caminé por días, hasta oír de nuevo el juego de palabras, cuando Milton hablaba de los sueños:

- … Desencantados del brillo, pueden reconocer la luz…

Antes de parar al desayuno, le pregunté por la frase, y le comenté del señor en Ortega. ¿Hablaban de lo mismo? Al parecer sí:

- La luz es alma, calor y seguridad; en los objetos, en las personas. El brillo es una imitación, un reflejo que descansa en el frío, como en los diamantes, en el oro y las joyas. Sus portadores brillan, pero pocos tienen luz. Puedes adornar los ojos de tu amada con pinturas brillantes, pero no puedes poner luz en su mirada. Inusualmente perteneces al tiempo a un grupo de pocos y a uno de muchos: los que reconocen la luz, y los que deslumbrados escogen por error el brillo. Para que un esclavo sea libre, debe al menos primero servir sólo a un amo.

La imagen que sus palabras había creado en mí fue tan clara, que no repliqué nada, lo que es bastante inusual. Sólo seguí caminando, sonriendo complacido y satisfecho con la respuesta.

En 1477, tras siete años de querer un heredero, cuenta la leyenda que la estéril Isabel la Católica, arrodillada y desesperanzada ordenó abrir la tumba de San Juan de Ortega. De ella salió un enjambre de abejas y deliciosos perfumes. Pasado un mes, concebía al príncipe Juan, heredero de las Coronas de Aragón y de Castilla. Sólo un año después de su nacimiento, paría a su hermana, la princesa Juana. Favores como ese se otorgaron por igual a reinas, campesinos y peregrinos.

Las singularidades de San Juan incluían medir dos metros, ser contemporáneo del Cid y haber vivido más de 100 años. Retirándose ermitaño a Ortega, construyó su santuario para proteger a los peregrinos en la travesía de los Montes de Oca, del acoso de ladrones y lobos. No es único que sus constructores hayan hecho pasar un rayo de luz por una ventana; eso es más famoso en Stonehenge o en Uaxactún. Supongo que su originalidad estaba en saber que la luz es alma, por eso la dirigió al vientre de María, que deslumbrada parece sonreír, agradeciéndola, nueve meses antes de la Navidad.

Si alguna vez hacen el Camino francés, el aragonés, o sólo pasan por San Juan de Ortega, no se pierdan “El milagro de la Luz”, uno más de los regalos de la peregrinación a Santiago.


La lata de Garbanzos : luz

lunes, 18 de agosto de 2014

Sueño

s. m.Proyecto, deseo o esperanza, con poca probabilidad de realizarse

Arrodillado, se sentaba sobre sus talones. Luego conectaba sus dedos en un mudra [1] y se encogía como un gato, hasta hacerse un ovillo. Eso era Milton cada noche desde León durante su meditación: una persona reducida a un ovillo, conectada a algo que no bien comprendo. Antes de iniciar, abría su minúsculo libro y seleccionaba el pensamiento que lo acompañaría en el viaje.

Galicia seguía orgullosa, mostrando sus verdes. Aunque se seguían agradeciendo, el sol no se había asomado en dos días, y el rocío que el día anterior parecía tan inusual y fresco, incomodaba de más. Ya queríamos parar, pero Milton tenía que llegar a la Villa de Portomarín, y no nos decía por qué.

Al fin vimos la torre a lo lejos, y la bajada pronunciada que nos llevaba a las riberas del Miño [2] y al puente de Áspera. Ya en el albergue, registrados y descansados, el grupo salió a dar una vuelta y a cenar el mejor pulpo de todo el camino. El motivo de la larga marcha se sentaba en una esquina, leyendo a media luz. Milton quería hablar con ella y me pidió invitarla a cenar. El trabajito de traductor no paraba, y llegaba el más difícil: Sabrina era una chica italiana de 34 años, de poco inglés, pero mejor opción que mi italiano formado por ‘pizza’, ‘buongiorno’, ‘nonna’ y ‘pesto’.

Esa noche, por primera vez, Milton nos invitó a sus reflexiones, con la condición de que sólo escucháramos. Todos menos Sabrina, que sí podía hablar (y yo traducir como mejor pudiera). Sentado y erguido, iniciaba, uniendo los dedos pulgar y medio [3]:

- Agradezco profundamente a todos, por acompañarme, por ser parte de mi camino. Son todos extraordinarios, personas en las que los sueños han encontrado tierra fértil, hombres y mujeres atraídos por lo que otros creen fantasía, protegen, anhelan y lograrán sus profundos deseos. Desencantados del brillo, pueden reconocer la luz. En Sabrina, la tentación de la cotidianidad quiere hacer mella.

No sé quién estaba más consternado, ella por reconocerse en sus palabras o yo por tener que traducirlas. Como pude hice la tarea, llevando y trayendo. Ella daba sus razones:

- Ha sido mucho tiempo. Mucha decepción, muchos callejones sin retorno. Ésta es mi última rebeldía, al regreso prometí ser una mujer normal. Son sueños de niña, y ya es hora de ser una adulta.

Milton sonreía mientras negaba con la cabeza:

- Te vas a hacer daño. Tu sueño es tu obra, tu creación, una parte de ti. Es más importante que una mano o un pie. ¿Te cortarías por voluntad una mano? ¿Tiene derecho alguien a pedirte eso? Los sueños no se abandonan nunca, aunque tu cabeza te haga pensar que no se van a cumplir. Lo que llamas “normal” es una persona sin sueños, o que teniéndolos los ha abandonado y busca por envidia que la acompañes. No escuches los motivos para abandonar, mejor busca los caminos para el logro. Las excusas son fáciles, yo no las acepto, tú puedes hacer lo mismo.

Así empezó una conversación larga, llena de razones, de crítica y de respuestas. Sabrina peleaba sin aliados y estaba a punto de rendirse; en el fondo se sentía sola, se sentía diferente, era una cebra sin rayas, aunque tratara de pasar desapercibida, su rareza producía atracción y excitación a su entorno, más preocupación a sus afectos. Lo más gustoso de esa noche es que nunca se preguntó o dijo cuál era su sueño, porque no era importante, porque servía para cualquiera. Para todo tenía Milton contesta. Recuerdo, de lo último dicho:

- Una persona extraordinaria no se puede medir por las reglas hechas para la persona promedio, para el común. Si en lugar de ir al médico vas al veterinario, saldrás mal en las pruebas. No eres tú, son los instrumentos no hechos para ti. Tus tiempos son tan distintos como tus sueños. Aunque una persona pase esta vida sin lograr su anhelo, no es motivo para abandonarlo. Si sólo te rodea viento en contra, aprovéchalo para volar a otras tierras, donde puedas crecer. Tus sueños te trascenderán, por favor protégelos, para que lo que yo siento hoy, lo pueda ver alguno de los tuyos.

Entre las curiosidades de Portomarín, está que el antiguo pueblo fue inundado en la construcción del embalse. La iglesia de San Nicolás fue trasladada piedra a piedra hasta donde está hoy. Cuando el nivel del agua lo permite, se pueden ver restos del antiguo puente y las ruinas del pueblo en el fondo del embalse.

Las conversas y la amistad llevaron a Sabrina con nosotros hasta Santiago, donde rentamos un apartamento para la noche. Todos partimos al día siguiente, para algunos el camino acababa y era tiempo de volver, mientras que para Sabrina se extendía la experiencia hasta Cabo Finisterre [4]. Aunque está prohibido hacer fuego, la tradición invita a los peregrinos a quemar su ropa y dejar ahí las botas, como símbolo del nacimiento del nuevo hombre. Muy temprano en la madrugada, me despertó al deslizar bajo mi almohada una bella nota con su e-mail y dirección en Rimini [5]. Entre lágrimas me daba un beso y se despedía, pidiendo que no me levantara. Sólo me dio tiempo de desearle, como es costumbre de Santiago, “buen camino”. Espero que haya podido mover las piedras de sus sueños a un sitio más alto y seco.


La lata de Garbanzos : sueño
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[1] Es una posición de los dedos, que tiene como fin abrir o cerrar circuitos de energía. Sirve para lograr armonía y entrar a un nivel profundo en la meditación.
[2] Río europeo situado en el noroeste de la península ibérica, que discurre casi íntegramente en Galicia. En su tramo final forma la frontera entre España y Portugal antes de desembocar en el Atlántico.
[3] Mudra de la sabiduría.
[4] Situado en la costa atlántica de España. Hasta que Colón no demostró lo contrario, era considerado el fin del mundo. El origen del Camino a Finisterre es incierto, pero los historiadores consideran a este cabo como el auténtico término de las antiguas peregrinaciones paganas. Por este motivo, muchos peregrinos terminan aquí.
[5] Norte de Italia. La provincia se extiende en la parte sureste de la región de Emilia Romaña. Es un conjunto de pueblos y aldeas ricas en patrimonio histórico y artístico, colinas en las cercanías del mar, una rica tradición artesanal y de productos gastronómicos de excelente nivel, desde hace más de 160 años, uno de los lugares de vacaciones más frecuentados de Europa.

lunes, 4 de agosto de 2014

Ladrón

s. m.Quien hurta o roba. Es un delincuente, ya que hurtar o robar es penado por la ley


Como era tan chico, las palabras que voy a usar seguro no eran las exactas, pero el recuerdo sí. Llegaba del colegio y pasé por la bodega, para llevar algún pendiente a casa de la abuela. Entraba por debajo del pequeño mesón de servicio, cuando al mirar hacia la caja vi a Guaripete [1] tomando dinero y guardándolo en su bolsillo. Al verme, llevó su dedo a la boca haciendo una seña que llamaba al silencio y a la complicidad.

Subí asustado las escaleras al lado del tanque de kerosene, para contarle a papá mi gran descubrimiento: nos estaban robando, ¡Había que llamar a la policía! Pero resultó que ya lo sabía, eso sólo era un secreto para mí y el abuelo. Strike uno al oído:

- No pasa nada. Cada vez que su familia tiene necesidad de dinero, lo saca de la caja. Creo además que tiene algo de tontura o enfermedad. No sé si no lo puede controlar, o lo hace para llamar la atención o divertirse, para jugar al astuto. Se lleva poco, yo me hago el que no sé, y pienso que es parte de su salario.

Mientras se rompía el paradigma del bien y del mal, se me ocurría la brillante idea de no aceptar ese concepto tan criollo, despedirlo y buscar a otro empleado como Francisco, ¡que era portugués! Ahí vino el strike dos:

- Buena idea, lo que no sabes es que él también nos roba. No por tonto, sino por lo que cree justicia. No puede esperar, los días no le alcanzan para tener su propio negocio. Trabaja como esclavo, y en su cabeza merece más dinero, así que lo toma. Tampoco me importa, su esfuerzo lo vale.

A medio entender lo que escuchaba, de todas las preguntas que llovían en mi cabeza, había dos urgentes. Primera: ¿Por qué le damos trabajo a ladrones? Segundo: ¿Les pagamos poco?

- Es lo que hay. Siempre creo que son honestos. Algunos debieron empezar acá, cuando se les presentó la oportunidad de trabajar donde hay efectivo a la mano. Creo que les pago bien, pero puedo estar equivocado. No cambiarían si les pago más, la maña no se quita.

La conversa no duró mucho más. Un poco triste, aprendía que al parecer unos roban por necesidad y otros por justicia, pero ambos se quedan con lo que no merecen. Debe ser como el ladrón bueno y el malo, crucificados con Jesús, sólo que aquí no sé cuál es cuál, quién sabe si alguno llegó a arrepentirse. Antes de irme, papá me pedía un favor:

- No digas nada a tu abuelo, que si se entera los bota sin pensarlo, y luego no hay quien haga el trabajo. Es mucho para mí, y él ya no puede. Además ¡pa’ que venga uno peor!

Como “no hay 2 sin 3”, semanas después, un martes en la madrugada, mientras acompañaba a papá al mercado de Coche, detenidos en la cola para entrar, dos malandros armados le robaron el dinero de las compras. Aunque él los persiguió con el arma que jamás disparó en su vida, fue sólo un intento de sentirse valiente. Strike tres, hay otro tipo de ladrón:

- Estos son unos delincuentes, una plaga, roban por odio y avaricia, estos si son de los malos. Creen que pueden tener cosas sin trabajarlas, roban a los comerciantes su esfuerzo. Presos o muertos debían estar.

Con el tiempo, desarrollando software, puse siempre especial empeño en los controles, en mecanismos para encontrar a los “guaripetes” en los negocios de Comida Rápida. Vi también como se negociaban Contratos Colectivos que incluían cláusulas tan absurdas como: “Si un empleado es descubierto llevándose productos de la planta, la empresa no llamará a la policía, sólo le despedirá”. Supongo que era para los “franciscos” que asumen justo llevarse parte del producto que ayudan a elaborar, aunque no esté permitido.

Los últimos años han promovido un tipo raro de ladrón. No sé si es una variante de los viejos, o una especie nueva. Ataca a los comerciantes, pero no desde sus empleados, sino desde arriba, desde la cizaña sembrada en el gobierno. No meten la mano en sus cajas, sino que los obligan a mantener a trabajadores que no sirven, los regulan, los hacen pagar mordidas y vacunas, los llevan al límite. Armados con el poder, no son distintos al malandro de Coche, movido por el odio y la avaricia. Creen que la presión no tiene fin, que los patrimonios y la paciencia son infinitos, y no pararán hasta la quiebra o el cierre, de las empresas, del país. A Venezuela, como si no tuviera dueño ni doliente, se la llevan en maletas.

Mientras eso pasa, convencen al colectivo de que no tienen que trabajar, de que ser venezolano es ser dueño de los tesoros del país, es ser rico. No hay que trabajar las cosas, el gobierno debe dártelas. Cobras Seguridad social por decreto, no por haber aportado. Te inscriben en misiones por lealtad de voto, no por necesidad. Es una especie de Constelación Familiar, donde los nuevos empresarios pagan el derecho de pernada [2] de sus ancestros, como en el Blues del esclavo de Mecano.

Me da lo mismo si son de la cuarta o de la quinta, si tienen el cuello blanco o rojo, no tienen derecho a robarle el país a la próxima generación. El que paga las consecuencias de su odio no es el hombre actual, que bien o mal ya está servido, sino sus hijos. Un poquito de vergüenza no les haría daño.

Si usted tiene ahora la misma pregunta que yo: ¿Esto es parte del plan de la patria? Hacerse de la vista gorda con los ladrones y convertir al pueblo en mendigos, les presto la respuesta de papá, a falta de otra mejor: Es lo que hay.


La lata de Garbanzos : ladrón
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[1] Guaripete es una pequeña lagartija de vivos colores que abunda en las zonas secas de Venezuela. También es el apodo de muchachos jóvenes, de poco seso, que viven más de su apariencia que del trabajo duro.
[2] Se refiere a un derecho que se otorgaba a los señores feudales, la potestad de mantener relaciones sexuales con cualquier doncella, sierva de su feudo, el día de su boda, quedándose con su virginidad. Las excepciones incluían que el novio pagara (rara vez podía hacerlo) o que la novia fuera muy fea.